Aunque no parezca, ni lo notemos en nuestro diario trajinar, existen en nuestra querida ciudad, circuitos que vale la pena recorrer.
El de los bares notables es uno para recorrer.
Encaminados a ser iconos en nuestra ciudad, donde la clásica gastronómica y la moderna se rinden a sus pies, se funden y crean "clásicos". Aquí, en la ciudad de la furia y velocidad en todo, existen estos hermosos lugares, pequeños remansos detenidos en el tiempo, que nos muestran un pasado, rico y autentico. Único.
Uno de ellos, el Café Margot, pequeño casi diminuto en una esquina, vale la pena visitarlo.
Entrada en ochava de dos hojas, angosta y comprimida - mi humanidad no entra sin abrir ambas puertas vidriadas - permite al visitante vivir el Buenos Aires tradicional, el del cafetin que tanto oímos que existe o existió, aunque algunos no lo hayamos transitado.
Pues bien este es El Margot. Visitenlo, precios amigables, ambiente de nostalgia, vayan fuera de programa si pueden solo a disfrutar un café, o una cerveza artesanal tirada (la Rubia es correcta elección). Imagino que de noche se puebla como el Homero Manzi, Otro de los Notables que perteneció al mismísimo cantante de Tangos, solo que allí pululan los amables turistas, ávidos como nosotros de respirar un Buenos Aires que fue, y que existe, pero solo para sus ojos (los valores son de perforar bolsillos pero a ritmo de 2x4, jejeje).
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